Sunday, January 14, 2007

Puede ser una Suerte o una Desgracia



Cierto niño tenía un deseo muy profundo, era muy pobre y pensaba que algún día podría tener un caballo...
Paso el tiempo y un día siendo ya un adolescente llego al pueblo un grupo de caballos salvajes, estos galopaban desbocados y pronto pasarían cerca del establo de su casa, simplemente abrió las puertas y espero...,para su sorpresa un caballo se desvió del grupo y fue a parar a su propiedad.
Comenta un hombre al padre del muchacho:
-Que suerte tiene su hijo; siempre deseo un caballo, paso el tiempo y llega ese grupo de caballos salvajes, el abre la puerta y el caballo entra en el establo-a lo cual responde el padre.
-Puede ser una suerte o una desgracia.
Buen día sale el muchacho y por descuido deja la puerta del establo abierta permitiendo así que se escapara el caballo.
Nuevamente comenta aquel hombre:
-Que mala suerte tiene el muchacho; siempre quiso un caballo, paso el tiempo y llegan unos caballo salvajes, el logra obtener su caballo, pero por un descuido sale del establo dejando la puerta abierta permitiendo así que el caballo se escapara.- a lo cual responde el padre.
-Puede ser una suerte o una desgracia.
Luego de algún tiempo tras una espesa nube de polvo aparece nuevamente la manada de caballos y para sorpresa de todos, en ella venia el caballo del muchacho, este corre a abrir la puerta del establo y nuevamente aquel caballo entra, sin embargo ahora le acompaña una yegua, la cual al revisarla estaba preñada.
Seguido caso vuelven a comentar:
-Que suerte tiene este muchacho; siempre anhelo un caballo y no lo podía tener, llega aquella manada de caballos salvajes, el abre la puerta del establo uno entra, pero por descuido deja la puerta abierta y se escapa, sin embargo al pasar el tiempo retornan los caballos y esta vez no solo entra el caballo al establo sino que le acompaña una yegua preñada.-a lo cual responde el padre-
-Puede ser una suerte o una desgracia.
Al cabo de un tiempo se organiza una feria, donde se realizaría un rodeo, el muchacho ahora ya un hombre se prepara con su caballo para participar sin embargo al practicar cae del caballo rompiéndose un brazo, y no puede participar en el rodeo-
Se acerca una vez más el hombre y dice:
-Que mala suerte tiene ese muchacho, deseo un caballo vino uno y se metió en su establo , al cual dejo ir por un descuido, al cabo de un tiempo regreso con una yegua preñada, pero paso el tiempo y practicando para un rodeo en caballo lo tumba y le fractura el brazo.-a lo cual el padre responde-
-Puede ser una suerte o una desgracia.
Por esos tiempos la comarca se ve azotada por invasores a lo que se estima necesario declarar una guerra, todos los habitantes fueran jóvenes deberían en listarse en el ejercito para junto a sus caballos enrollarse para ir a la guerra, el muchacho al tener un brazo fracturado no puede asistir al llamado.
Una vez más, aquel hombre opina:
-Que suerte tiene su hijo, deseo un caballo y este entro en su establo, por descuido se escapa, luego regresa con una yegua preñada, asimismo quiere participar en un rodeo pero el caballo lo tumba y le fractura un brazo, luego se desencadena una guerra y el no puede participar por tener el brazo enfermo.-a lo cual nuevamente el padre responde-
-Puede ser una suerte o una desgracia...




Reflexión:
En la vida se suceden las cosas como circunstancias no necesariamente hay un motivo fortuito o una regla simple de causa efecto, inclusive es audaz aferrarse a la razón (karma, destino, suerte, experiencia).


Tomado del libro: El Éxito no llega por Casualidad de Lair Riveiro.

Sunday, December 31, 2006

El Hombre y el Pozo


Cierta oportunidad un hombre decide comprar una casa, luego de asentarse en ella se da cuenta que esta no tiene agua. Esto produce una gran preocupación por lo cual decide hacer una investigación exhaustiva a fin de determinar las características del suelo de su propiedad y asimismo precisar el sitio donde colocaría un pozo para poder extraer el preciado liquido.

Luego de buen tiempo de investigación es preciso comprar herramientas e iniciar la excavación de acuerdo a lo planeado. Sin perder tiempo toma una pala, un pico y otros implementos e inicia su tarea. Después de largo tiempo ya fatigado, cansado, y con una sed que prácticamente lo iba a matar, comienza en su desespero a gritar. ¡Agua, agua, agua! , grita una y mil veces cada vez con mas fuerza exigiendo que apareciera de una vez el agua.
Alguien logra escucharle y se acerca a la excavación indicándole que saliera y que le siguiera. Caminan por detrás de la casa hacia un sendero no muy largo luego del cual, en un follaje se muestra ante sus ojos un río, si, un río de caudal inmenso con agua pura y cristalina, si, agua en abundancia.
Extiende entonces el agradecimiento y sin mas se lanza al agua, bebe, se refresca, se limpia, nada y se regocija, sin embargo al terminar la euforia, vuelve a la orilla, y de manera extraña se dirige nuevamente a la casa,-todos pensarían que para idear otra forma de traer el agua, pero no-toma de nuevo sus herramientas y continua cavando el hoyo para terminar el pozo.


Reflexión:

En ocasiones aun habiendo encontrado lo que buscamos continuamos resistiéndonos y anclados persistimos en la faena o en la angustia en a una actitud fanática que nos impide despertar.


Tomado de una conferencia de Maharaji (Prem Rawat) orador espiritual

Wednesday, December 27, 2006

La Avispa Ahogada


La avispa aquel día, desde la mañana,
como de costumbre, bravísima andaba.
El día era hermoso, la brisa liviana;
cubierta la tierra, de flores estaba
y mil pajaritos los aires cruzaban.

Pero a nuestra avispa -nuestra avispa brava-
nada le atraía, no veía nada
por ir como iba, comida de rabia.

"Adiós", le dijeron unas rosas blancas
y ella ni siquiera se volvió a mirarlas
por ir abstraída, torva, ensimismada,
con la furia sorda que la devoraba.

"Buen día" le dijo, la abeja, su hermana
y ella que de furia, casi reventaba,
por toda respuesta, le echo una roncada
que a la pobre abeja, dejo anonadada.

Ciega como iba, la avispa de rabia,
repentinamente, como en una trampa,
se encontró metida, dentro de una casa.

Echando mil pestes, al verse encerrada,
en vez de ponerse, serena y con calma
a buscar por donde, salir de la estancia,
¿sabéis lo que hizo? ¡Se puso más brava!

Se puso en los vidrios, a dar cabezadas,
al ver en su furia, que a corta distancia
ventanas y puertas, abiertas estaban;
y como en la ira, que la dominaba
casi no veía, por donde volaba,
en una embestida, que dio de la rabia
cayó nuestra avispa, en un vaso de agua.

¡Un vaso pequeño, menor que una cuarta
donde hasta un mosquito, nadando se salva!
Pero nuestra avispa, nuestra avispa brava,
más brava se puso, al verse mojada,
y en vez de ocuparse, la muy insensata,
de ganar la orilla, batiendo las alas
se puso a echar pestes y a tirar picadas
y a lanzar conjuros y a emitir mentadas.

Y así, poco a poco, fue quedando exhausta
hasta que furiosa, pero emparamada,
terminó la avispa por morir ahogada.

Tal como la avispa, que cuenta esta fábula,
el mundo está lleno, de personas bravas,
que infunden respeto, por su mala cara,
que se hacen famosas, debido a sus rabias
y al final se ahogan, en un vaso de agua.

Aquiles Nazoa

Un Hombre su Caballo y su Perro



Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.
Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición...)
La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
- Buenos días.
- Buenos días - Respondió el guardián.
- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?
- Esto es el Cielo.
- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.
- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...
- Lo siento mucho - Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
- Buenos días - dijo el caminante. El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.
- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar- Podéis beber toda el agua como queráis. El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.
- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.
- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.
- EL CIELO.
- ¿El Cielo? ¿Sí? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián. El caminante quedó perplejo.
- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.
- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre - En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos...

Jamás abandones a tus verdaderos amigos aunque eso te produzca inconvenientes. Si ellos han estado dándote su amor y compañía has contraído una deuda: "No abandonarlos nunca". PORQUE: Hacer un Amigo es una Gracia. Tener un amigo es un Don. Conservar un Amigo es una Virtud y Ser un Amigo es un Honor.


Paulo Coelho

Wednesday, November 29, 2006

El Viento y el Sol



El Viento y el Sol disputan quien es el mas fuerte.
Viendo hacia abajo, en la orilla de un sendero ven a un hombre que va caminando y se dice el uno al otro: Veamos quien es el mas fuerte, hagamos que ese hombre se quite el abrigo.
Dice el Sol:
-Comienza tu ya que propusiste el reto.
El viento comienza a soplar y en la medida que lo hace, el hombre sujeta más fuerte el abrigo; y sopla y sopla mas fuerte, y el hombre cada vez se aferra más también a su abrigo.
Le toco al fin el turno al Sol y solo esperó que el viento dejase de solar y cuando el hombre sintió los rayos del sol, ni mas fuertes ni mas débiles, solo con su común iluminar y resplandecer, el hombre se sintió sofocado en su andar y se quito el abrigo.


Reflexión:

En ocasiones buscamos la solución desde la furia sin recordar que luego de una tempestad llega la calma y es probable que en esta última sea mas sencillo y claro encontrar respuesta.
Tomado de una conferencia de Maharaji Orador espiritual.

Oriente y Occidente

- Occidente: ¡¡Dios mio!! ¡No puede ser! ¡fíjate! tenemos conciencia de tantas cosas ... ¡pero apenas controlamos nada!
- Oriente: ni falta que hace
- Occidente: ¿cómo que no? aquí estoy yo.. y ahí el mundo... y, y... ¡no responde a mis deseos!
- Oriente: esa es parte de la gracia
- Occidente: ¡¡no!! Es el sentimiento trágico de la vida
- Oriente: o el sentimiento mágico de la vida
- Occidente: pero ¿para qué? si luego todo se acaba, y yo, yo, ¿dónde estaré yo? ¿quién me garantiza a mi que yo seguiré siendo yo cuando todo acabe?
- Oriente: tienes a las religiones, vendedores de seguros de la vida eterna, la oferta es amplia y variada.
- Occidente: no me sirven, no son racionales, ¡tienen que ser racionales!
- Oriente: el racionalismo qué es ¿otra religión?
- Occidente: pero ¡la muerte! ¡el dolor! ¡la soledad!
- Oriente: ¿si? ¿qué pasa con ellas?
- Occidente: ¡No puede ser!
- Oriente: pero ahí están
- Occidente: ¿y qué hacemos?
- Oriente: asúmelo, así es.
- Occidente: ¿y el sufrimiento y la angustia que me producen? ¿cómo vivo con eso?
- Oriente: el dolor es real, el sufrimiento no. Sólo viene de no aceptar el primero. ¿Un poco más de te, amigo?
- Occidente: ¡¡No estoy para te ahora, además, no soy tu amigo!!
- Oriente: de acuerdo, tú te lo pierdes
- Occidente: ¿cómo? ¿qué?
- Oriente: el té y nuestra amistad
- Occidente: ¡no sé qué hacer!
- Oriente: eso está bien, peor sería si lo tuvieses todo atado y bien atado, probablemente sería uno de tus muchos castillos en el aire que haces con las ideas.
- Occidente: ??
- Oriente: Te avergüenzas de las creencias al tacharlas de irracionales y te enorgulleces de tus ideas, pensando que son producto tuyo y por tanto bajo tu control, pero en realidad, no las tienes tu, sino que, tanto unas como otras, te tienen a ti. Deja de pensar y SIENTE el mundo. No te sientes ni a ti mismo, no sabes quién eres siquiera.
- Occidente: bueno... yo... estoy aqui... siento...
- Oriente: ¿qué es lo primero que sientes?
- Occidente: pues... mi respiración
- Oriente: ¿lo ves? ni tu cuerpo sientes ya auténticamente. ¿La respiración? ¿Eso que es? es el nombre que tu le das a todo un proceso, pero lo que sientes es tu pecho (otro nombre en realidad)subiendo y bajando (otros conceptos, al fin y al cabo). Todo lo que hay es tensión y distensión, un ritmo, como el de tu corazón, el del día y la noche, el de las estaciones, el de la vida misma y el de todo el universo.
- Occidente: pero yo...
- Oriente: otra idea, y de las que más sufrimiento provocan (dolor ninguno) "yo"
- Occidente: ...
- Oriente: ... ¿un poco de té?
- Occidente: ... eeeh, bueno, gracias
- Oriente: ...
- Occidente: ......
- Occidente: la verdad es que el té está bueno
- Oriente: no sé si será verdad, pero es real.


José Sánchez Cerezo

Tuesday, November 07, 2006

Mamá Gaviota

Cuentan que hace mucho, mucho tiempo, en una playa azotada por una mar embravecida, a una gaviota le ocurrió una gran desgracia: acababa de poner sus huevos en la tibia arena cuando una extraordinaria ola, crecida con la última marea, lamió con fuerza la orilla y se la arrebato.
Mamá gaviota se lanzo contra las aguas para recuperarlos, pero fue inútil. Y era tanto su dolor, tan grande su desesperación, que encaramada en la cima de la mas alta roca del lugar grito a la mar con toda la fuerza de sus pulmones y le rogó y le suplicó que le devolviera sus huevos.
Pero la mar no contestó.
Devuélveme mis hijos, por favor, imploraba una y otra vez mamá gaviota. Pero las aguas, vanidosos, orgullosas en su inmensidad, siquiera acallaron por un instante, el rumor de su ir y venir para responder a la suplica de la frágil gaviota.
Hasta que por fin, llevada por el dolor y una firme determinación, la gaviota se irguió sobre sus patitas, extendió cuanto pudo las alas y lanzo un desafío:
Escucha lo que digo, mar, porque si no me devuelves mis huevos, si me arrebatas mis hijos, mi futuro, te secaré. Con mi pico me llevaré tus aguas, te vaciaré y dejarás de existir. Y no me importa si tardo poco o mucho, ni el esfuerzo que suponga, porque al final con mi pico te secaré.
Y mamá gaviota empezó a volar de mar a tierra, de las aguas a la playa, y en cada viaje robaba con su pico un poco de agua que depositaba en las arenas. Una hora tras otra, día tras día, la gaviota se afanaba en la tarea que se había impuesto.
Al cabo de un tiempo acertó a pasar por allí otra gaviota que, al verla, le pregunto:
-¿Que estas haciendo?
Y mamá gaviota respondió:
-Estoy secando la mar.
¿Secando la mar?-repitió la otra gaviota, como si no hubiese entendido la respuesta.
-Si, eso hago-Y ante la mirada incrédula de su compañera, explicó:
-La mar se lleva nuestros hijos y aunque lloremos y supliquemos para que nos los devuelva, nunca nos ha escuchado. Por eso me he propuesto vaciarle para siempre, y no cesare en el empeño hasta que me devuelva mis huevos.
-Me parece justo-dijo la gaviota recién llegada-. Es más, te ayudaré en tu tarea.
Y así sucedió que en aquella playa y bajo aquel cielo dos gaviotas se pusieron a extraer agua de la mar con sus picos y a depositarla en la arena. Y tal era la energía que ponían en ello que una tercera gaviota al verlas preguntó:
-¿Qué estáis haciendo?
-Estamos secando la mar-respondieron a coro-,porque nos roba nuestros hijos.
Y la última gaviota en llegar al lugar se dispuso a escuchar la historia de mamá gaviota y, conmovida, decidió ayudar con su pico a sacar el agua. Y eran ya tres la que se disponían a secar la mar.
Y no paro allí la cosa, porque paso una cuarta y una quinta y una sexta y todas ellas sumaban sus esfuerzos tras oír el relato de mamá gaviota.
Pero la mar seguía sin responder; de hecho ni siquiera notaba que la querían secar.
Pasadas unas semanas, se contaban por cientos las gaviotas que con sus picos trataban de vaciar a la mar. Y al poco, ya eran miles.
Fue entonces cuando la Gran Gaviota Luminosa que vivía por encima del cielo, vio la extraña tarea que llevaban a cabo sus hijas en tierra. Miles y miles de gaviotas que viajaban de la mar a la playa cargados sus picos con agua salada, y lo hacían una vez y otra y sin tomarse apenas tiempo para descansar.
¿Que harán, se preguntó?
Y al ver que la escena se repetía día tras día creyó que las gaviotas se habían vuelto locas. Así que preocupada, la Gran Gaviota Luminosa que vivía por encima del cielo decidió bajar a la tierra para averiguar que ocurría.
-¿Que estáis haciendo?- les preguntó la Gran Gaviota.
Por un instante, las gaviotas dejaron de volar y la contemplaron extasiadas, embargados sus sentidos, sus corazones llenos de paz.
-Estamos secando la mar-respondió mamá gaviota con serenidad-. Las aguas se llevan a nuestros hijos y la mar no responde a nuestras súplicas para que nos los devuelva. Y porque es descuidada y porque no nos respeta hemos decidido vaciarle.
-Me parece justo-respondió la Gran gaviota-. Pero dejad que yo hable con el océano en vuestro nombre y que les pida que os devuelva lo que os pertenece.
Y, dicho esto, la Gran Gaviota Luminosa alzo el vuelo, se posó en la roca más alta y, con voz firme, habló al océano:
-¡Oh, océano! Devuelve sus huevos a las gaviotas, devuélveles su más preciado don, devuélveles sus hijos...
El océano se estremeció al oír la profunda voz de la Gran Gaviota. Y a pesar de su grandeza, tanta era la reverencia que despertaba en él la diosa de las gaviotas que solo pudo obedecer. Y así fue como, finalmente devolvió los huevos.
Y dicen que por ello las gaviotas siguen volando aun hoy. Han sobrevivido porque aprendieron una lección: vivir unidas les proporcionaba la fuerza que la soledad les negaba.
Y otra lección mas que ha de servir a cualquier ser: cuando tu acción sea justa, aunque te encuentres solo al principio, poco a poco se unirán a ti otros seres, que te apoyaran en tu propósito hasta que, por fin, la totalidad de la creación, el universo entero, te apoyara en la consecución de tu objetivo.
Cuando me contaron este cuento me impresionó la sabiduría que transmitía el ejemplo de aquellas aves. Efectivamente, la vida es como un río, cuando te deslizas a favor de la corriente otros ríos vienen a ti y te enriquecen; pero cuando vas contra la corriente sólo encuentras obstáculos y problemas. El río que fluye hacia la mar no permite que lo detengan obstáculos, no se queja de ellos ni los critica; sigue su camino y se adapta a lo que ante el surge. Y a medida que sus aguas fluyen, otros ríos llegan a él y lo enriquecen con sus corrientes y sus experiencias, y de este modo el viaje se hace más rápido y mas pleno..., y así llega el día en que todos esos ríos desembocan en el mar, unidos, gracias a ala firmeza del propósito.
Así actúa la naturaleza y ese es el secreto del éxito. Si te propones algo, mantenlo con fe y firmeza. Visualiza su consecución cada día, dirige tus acciones hacia esa meta, y con la fuerza de tu mente, de tu corazón y de tu espiritualidad lograras que se haga realidad.
Aun ahora no puedo dejar de maravillarme ante la gran sabiduría de las gaviotas...




Reflexión:
Bellas historias han de escuchar los oídos de los niños, pues con
ellas aprenden el sentido de la vida

Tomado del libro: Lo que no se ve, Frederic Solergibert, Barcelona-2000

Thursday, September 28, 2006

El Guerrero y El Anciano


Cuenta la leyenda que el más sabio de los sabios de los monjes de un lejano país, cansado de los honores de su cargo, decidió prescindir de todo boato y salir en peregrinación. Escapó de noche del monasterio, vestido con pobres ropajes y con un bastón y una bolsa por todo equipaje. Y así, viajando solo, recorría libre los caminos hacia su destino; atrás quedaba su fama de ser el hombre más sabio y el más amoroso maestro.
Un buen día hizo un alto en el claro de un profundo bosque, allí se sentó y pronto quedo sumido en el infinito silencio de su mundo interior, ajeno a todo lo que le rodeaba. Y así quedo, con los ojos cerrados, las piernas cruzadas y las manos apoyadas en las rodillas, en actitud de profunda meditación.
Su venerable aspecto movía al respeto y la contemplación.
Pero, de repente, irrumpió en el bosque, la voz áspera y exigente de un guerrero que gritaba:
-¡Anciano despierta! ¡Tu que eres sabio y conoces el mas allá, enséñame del cielo y del infierno! ¿Existen realmente? ¿Cual será mi destino?
A pesar de la voz destemplada y la violencia de las palabras, el anciano continuó en silencio, con los ojos cerrados, como si nada hubiera oído. No hubo respuesta al griterío.
Mientras el guerrero, que seguia de pie frente al monje, impaciente, empezó a mostrarse mas y mas nervioso a cada instante que pasaba sin que aquel anciano diera señal de haberlo escuchado. Mas al cabo, poco a poco, el hombre sabio empezó a entreabrir los ojos, al tiempo que una débil insinuación de sonrisa se asomaba entre la comisura de sus labios.
El monje contempló en silencio al guerrero, evaluando con ojos de conocimiento, su cara sus armas y ropajes, cada detalle de su indumentaria y su expresión, y lo hacia como si así alcanzara al más profundo secreto del corazón de aquel hombre, Y súbitamente, con voz profunda ronca y llena de vigor exclamó:
- Dices que quieres conocer los secretos del cielo y del infierno, pero ¿Quién eres tú para interpelarme sobre esas cuestiones? ¿Quién eres en realidad? Obsérvate, ¿Cuál es tu actividad? ¿Cual es el propósito de tu vida? No sabes responder a estas preguntas, siquiera habían pasado por tu mente hasta ahora. Solo sabes matar agredir, eres rehén de tu violencia y de tu ira. Esclavo del poder, tienes las manos manchadas con sangre inocente. Eres un asesino, un monstruo al servicio de cualquiera que pague. Careces de voluntad propia, de honor... ¿Y tú te atreves a dirigirte a mí para preguntar por el cielo y el infierno?
El guerrero sintió como la ira crecía en su interior y surgía de forma arrolladora. Y mientras profería una maldición terrible sacó su espada y la alzó con rabia sobre su cabeza. Mientras así preparaba para decapitar al monje, en fracciones de segundo en su mente resonaron sus palabras y se sucedieron las terribles imágenes de su pasado, todas ellas repletas de batallas, muertes y violencia, de sangre y saqueos, de terror y desesperación...toda su vida desfilo ante sus ojos para poner de manifiesto que no tenia sentido.
- Esto es el infierno- dijo entonces el anciano monje, mientras la espada, amenazadora, comenzaba a bajar.
En esa fracción de segundo, el guerrero comprendió y se sintió abrumado por un temor reverencial, por una compasión y un amor extraordinario hacia aquel amable monje, hacia aquel ser humano que, sin conocerle arriesgaba su propia vida para enseñarle su autentica naturaleza de forma tan directa y practica.
Detuvo por fin la espada apenas a unos milímetros de la cabeza del anciano. Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas por lo sucedido, por los intensos sentimientos de alivio y liberación que se sucedían en su interior, por las imágenes de un futuro diferente, lleno de paz y libertad.
Y en ese instante pudo escuchar la voz llena de sabiduría y amor del monje, que con gran dulzura susurraba:
-Y esto es el cielo..


Reflexión:
El odio no desaparece al dejar de odiar.
El odio desaparece al empezar a amar.

Tomado del libro: Lo que no se ve, Frederic Solergibert, Barcelona-2000